( Reflexión Marzo 25, 2006 )
Hoy aprendí:
A cultivar la maldad, a ser y a estar seca.
A tener un sentimiento rebelde.
Que en esta vida hay gente ilusa, aprendí lo que es el rencor, que aún no se si ese es su verdadero nombre.
A ver como desconocida a mi propia sangre.
Aprendí la ironía de la vida y la ironía de mi alma.
A tomar una decisión en el lugar que me convenga.
A confiar en mi propio yo.
A observar la destrucción de todo en medio de una guerra.
Que a quienes rindes homenaje no son tu familia.
A aguantar dolor hasta el momento de soledad.
Aprendí a reemplazar lo bueno por lo malo, o por lo peor, o por lo inédito.
Aprendí lo que es la inconformidad al lado de alguien que ha propiciado mi entrada a la guerra.
A tomar la lástima y la nostalgia como dos conceptos que se juntaron a mitad de la batalla.
Aprendí la estupidez del mundo creada por los hombres.
Que amar sabe a tierra y es una ley que nadie cumple.
Aprendí la lucha por el arma necesaria.
A tomarle gusto al desprendimiento y a las ganas de lograrlo algún día.
A conocer las boberías que me perjudican al ganar la guerra.
A no prestarle atención a la modestia, a creer que lo maravilloso existe sobre la fortaleza y bajo la debilidad, que solo dolor y derrota trae.
Que prestar atención a mi instinto de supervivencia es lo primordial.
Que los demás tienen oportunidades a estar mal.
Aprendí la arrogancia.
A aprovecharme de la situación en medio de la tormenta de arena.
Aprendí que quiero muchas cosas que no tengo, y que tengo otras que no quiero.
A percibir cada momento como una oportunidad para que mi vida sea feliz.
A buscar la sonrisa en medio de esa tormenta de arena, de la cual me aproveché.
Aprendí que sólo yo soy responsable de mi batalla, de la búsqueda de mi triunfo.
A cultivar la avaricia.
A sentir dolor por el que quise y se cayó.
Aprendí que no todos los que me valoran en la guerra son los que quieren.
Que algún día puedo quedarme sin armas, y convertirme yo en mi propia arma, en una cosa de guerra.
Aprendí a pedir la devolución del favor que algún día hice.
A dudar de la confianza, producto de la guerra, donde no conoces a alguien.
A identificar al verdadero traidor, al que dejó la lucha por dinero.
A hablar de lo estúpido, lo cómico, lo bueno, lo malo y lo hiriente.
Aprendí la máscara de la inocencia
La pintura de la hipocresía.
A escribir sobre lo hecho.
Aprendí que es necesaria la práctica de lo que la guerra me dejó.
Gracias a la guerra y a su jefe por todo lo que hoy aprendí.
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