Rayar, pintar, marcar, o intervenir una pared o superficie de cualquier ciudad no es simplemente un acto vandálico; desde los años 60, este hecho pasa a hacer un arte, el Street art, conocido también como el arte callejero o el arte de guerrillas. Nace en Nueva York con el tradicional graffiti, y hoy se manifiesta con stikers, plantillas, logos, dibujos, y cualquier otra expresión artística impresa que se pueda presentar en la calle.
Generalmente, por lo que he visto en fotos y en calles, representa una cultura orientada al rompimiento de patrones, al desvanecimiento de paradigmas, una cultura rebelde que está en contra del arte sólo para los museos. Es una cultura que llama la atención desde la forma de vestir de sus integrantes, que a través de la imagen expresan irreverencia y atrevimiento.
Esta expresión artística está ampliamente desarrollada en países europeos como Londres, Francia y España, donde el street art ya es parte del panorama. “Ya resulta extraño ver una pared en blanco o un bote de basura sin rayar”, me comentaba la artista plástico Jeannette Ramírez; quien a sus 30 años aún siente el grito de una generación que reclama atención, que nos dicen “estamos aquí, véannos”.
Jeannette vive en España, y allá ha podido observar, comprender, y desarrollar una cultura del arte en las calles, dice que sus amigos están locos, que muchas veces no está de acuerdo con lo que hacen, porque siente que transgreden parte del patrimonio de la ciudad, pero les respeta su forma de arte y se queda callada, porque sino “sería como tener un amigo ladrón y decirle cual auto es el que debe robar”.
En Venezuela, existen dos atrevidos que se han aventurado en esta órbita del street art. Con bailarinas y boxeadores han llenado muchos espacios de Caracas. Hase, diseñador gráfico tomó el tema del boxeo para expresar la lucha cotidiana de los jóvenes por lograr algo en este país. Y Pian, diseñadora gráfico, tomó las figuras de las bailarinas para representar la lucha femenina, lo que una mujer tiene que enfrentar todos los días, y utiliza las bailarinas ya que son el resultado del esfuerzo, la perseverancia y el sufrimiento.
Con estos pioneros del street art en nuestro país, puede que Venezuela comience a abrir la concepción de una cultura artística desarrollada sólo en museos.
Miss Van
De la ponencia de Jeannette Ramírez, me hizo ruido cuando nombró a Miss Van, no sabía si se refería a la muñequita de las fotos que mostraba o a la artista que la ideó. Me dediqué a leer y encontré que Miss Van es una artista francesa que comenzó a pintar a la llamativa muñequita por todas partes en los años 90, con el objetivo de romper con la masculinidad que predominaba en el arte urbano, que por lo general estaba guiado por la cultura del hip hop. Miss Van denominó a estas muñequitas “poupées”, son caprichosas, femeninas, eróticas, dulces y sensibles, y esas características se demuestran en la ropa, o en la falta de ella, en las largas pestañas, en los colores, los labios gruesos, el maquillaje intenso y la mirada perversa. Se puede decir que las “poupées” recogen todos los rasgos juntos de las mujeres, por eso la extravagancia del personaje.
En muchas de las pinturas de las “poupées” de Miss Van se observan animalitos, y según la lógica de la artista representan a los hombres que han sido excluidos de su arte.
Generalmente, por lo que he visto en fotos y en calles, representa una cultura orientada al rompimiento de patrones, al desvanecimiento de paradigmas, una cultura rebelde que está en contra del arte sólo para los museos. Es una cultura que llama la atención desde la forma de vestir de sus integrantes, que a través de la imagen expresan irreverencia y atrevimiento.
Esta expresión artística está ampliamente desarrollada en países europeos como Londres, Francia y España, donde el street art ya es parte del panorama. “Ya resulta extraño ver una pared en blanco o un bote de basura sin rayar”, me comentaba la artista plástico Jeannette Ramírez; quien a sus 30 años aún siente el grito de una generación que reclama atención, que nos dicen “estamos aquí, véannos”.
Jeannette vive en España, y allá ha podido observar, comprender, y desarrollar una cultura del arte en las calles, dice que sus amigos están locos, que muchas veces no está de acuerdo con lo que hacen, porque siente que transgreden parte del patrimonio de la ciudad, pero les respeta su forma de arte y se queda callada, porque sino “sería como tener un amigo ladrón y decirle cual auto es el que debe robar”.
En Venezuela, existen dos atrevidos que se han aventurado en esta órbita del street art. Con bailarinas y boxeadores han llenado muchos espacios de Caracas. Hase, diseñador gráfico tomó el tema del boxeo para expresar la lucha cotidiana de los jóvenes por lograr algo en este país. Y Pian, diseñadora gráfico, tomó las figuras de las bailarinas para representar la lucha femenina, lo que una mujer tiene que enfrentar todos los días, y utiliza las bailarinas ya que son el resultado del esfuerzo, la perseverancia y el sufrimiento.
Con estos pioneros del street art en nuestro país, puede que Venezuela comience a abrir la concepción de una cultura artística desarrollada sólo en museos.
Miss Van
De la ponencia de Jeannette Ramírez, me hizo ruido cuando nombró a Miss Van, no sabía si se refería a la muñequita de las fotos que mostraba o a la artista que la ideó. Me dediqué a leer y encontré que Miss Van es una artista francesa que comenzó a pintar a la llamativa muñequita por todas partes en los años 90, con el objetivo de romper con la masculinidad que predominaba en el arte urbano, que por lo general estaba guiado por la cultura del hip hop. Miss Van denominó a estas muñequitas “poupées”, son caprichosas, femeninas, eróticas, dulces y sensibles, y esas características se demuestran en la ropa, o en la falta de ella, en las largas pestañas, en los colores, los labios gruesos, el maquillaje intenso y la mirada perversa. Se puede decir que las “poupées” recogen todos los rasgos juntos de las mujeres, por eso la extravagancia del personaje.
En muchas de las pinturas de las “poupées” de Miss Van se observan animalitos, y según la lógica de la artista representan a los hombres que han sido excluidos de su arte.
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