Viene la confusión.
Viene la ausencia.
Viene la multitud.
Vienen los bárbaros.
¡Corre Hermelinda, corre! Que vienen los que queremos y los que no.
Y Hermelinda no quiso correr.
Se quedó preparando café negro en la greca vieja, que destilaba óxido, que destilaba historia, que destilaba vida.
Y finalmente llegaron, llegaron todos.
Y Hermelinda tomaba café.