lunes, 5 de noviembre de 2012

Hace un mes.

Hace un mes esperaba, confiaba, creía, soñaba.

Haces un mes tenía esperanza que podíamos tener un país mejor, un país que vive y se alimenta de la realidad (de la cruel realidad) para crear un futuro sostenible.

Hace un mes confiaba que mucha, pero mucha gente había despertado de ese sueño provocado por un Lexotanil intravenoso agudo, y que ya era hora de dejar las píldoras por sobrecitos de manzanilla.

Hace un mes creía que ya habíamos aprendido la lección, y que como ahora éramos niños buenos, la maestra no nos castigaría y nos dejaría salir al recreo, nos dejaría seguir el camino.

Hace un mes soñaba. Sí, soñaba. 

He despertado y no tengo derecho a pedir 5 minutos más.

Muchacha en la ventana


Desde mi ventana veo a la gente trabajar; uno cree que trabaja por el futuro, otro asegura que trabaja por recuperar el pasado, otro trabaja por la innovación, y otro sin duda, trabaja por la vanidad.

Ellos se funden en una sola torre que abre su puerta a las 7 A.M. Desde ese momento comienza el desfile de letras, colores, pensamientos y letras de colores.

Todos creen saber lo que hacen, pero desde mi ventana percibo que están en una búsqueda equivocada, donde al final del día, solo están ellos y sus conciencias. 

Nada se ha creado.